No es ningún secreto que la industria automovilística atraviesa un periodo complicado. Diversas carencias y la elevada inflación han provocado fluctuaciones en las ventas. El impacto del COVID tampoco es desdeñable, provocando periodos de inactividad que han tenido importantes consecuencias para los fabricantes de automóviles.
El desarrollo masivo del coche eléctrico resuelve ciertos aspectos tanto como penaliza otros, con una consecuencia directa: la cuestión de la disponibilidad de iones de litio. ¿Y los catalizadores?
La historia de la industria automovilística es particularmente compleja. Está sometida a las crisis y a la inflación. Como testigo directo, se adapta, ya sea en términos de energía, tamaño o incluso color.
Cuanto más próspero es un periodo, más grandes y coloridos son los coches Pero detrás de esta observación superficial se esconde un panorama algo más amargo, que cada vez cuesta más a los automovilistas.
En los últimos años han surgido dos grandes crisis. La primera fue la escasez de semicomponentes, que afectó a todos los fabricantes de electrónica. Nuestros coches están llenos de ellos, así que el impacto ha sido devastador. Algunos concesionarios incluso se vieron obligados a retirar ciertos equipos de sus coches para poder entregarlos a tiempo.
Al mismo tiempo, la prohibición de los coches de combustión interna en 2035 y el impacto de la penalización ecológica han provocado una explosión de la demanda de coches eléctricos (e híbridos). La demanda de iones de litio ha sido exponencial, saturando las redes de extracción y generando una elevada inflación. Y, por supuesto, hay otras consecuencias, como el aumento del coste de la electricidad, la creciente escasez de mano de obra y el problema del reciclaje de las baterías.
Es en este contexto tan complicado en el que la industria del automóvil evoluciona y trata de reinventarse, garantizando al mismo tiempo que los costes sigan siendo "razonables" para los clientes finales. Pero en realidad es todo un sector el que se está viendo afectado por la inflación de las materias primas.
Si su coche sufre un atasco en el sistema DPFS, probablemente esté buscando nuevos equipos. Es el caso de los neumáticos, los amortiguadores e incluso los cinturones.
Es un hecho: todo el sector del automóvil está sufriendo una fuerte inflación. La inflación varía en función del coste de los metales.
En las últimas semanas, se han producido importantes caídas en los precios de los metales. El cobre, el aluminio, el zinc y el plomo han bajado mucho. Sin embargo, esta fluctuación es difícil de sentir en el precio de los productos acabados. En consecuencia, estos últimos tienden a subir, al mismo ritmo que las facturas de electricidad.
Según UFC Que Choisir, el precio de las piezas de automóvil aumentará un 12,69% en 2022. Con la inflación al alza, es desgraciadamente probable que este aumento continúe este año. De hecho, se nota al ir al taller.
El principal impacto de esta inflación se deja sentir a la hora de comprar un coche nuevo. Los precios han subido mucho en todos los segmentos, lo que ha llevado a los automovilistas a rebajar sus expectativas u optar por un coche más pequeño o un nivel de acabado inferior.
Por parte de los fabricantes, a veces se aplaza la renovación de algunos modelos y se simplifican las gamas. Por ejemplo, el nuevo Peugeot 3008 sólo tiene dos niveles de acabado, frente a los seis que tenía antes en catálogo. Esta simplificación de la gama reduce los costes de desarrollo y homogeneiza la oferta.
Del mismo modo, los márgenes de negociación se han vuelto muy reducidos, por no decir inexistentes.
Esto beneficia a los concesionarios, pero también al desarrollo del leasing. El leasing consiste en pagar una cantidad mensual fija por el uso de un coche nuevo, durante un periodo y un kilometraje determinados. Por tanto, se trata simplemente de arrendar el coche, y la recompra sólo es posible bajo la fórmula LOA. A esto se añade el hecho de que los volúmenes de ventas están disminuyendo, lo que puede incluso causar problemas a la red de distribución.
En definitiva, todo el sector del automóvil se encuentra en una situación compleja. Por un lado, hay que reducir costes y, por otro, se necesitan inversiones masivas para cumplir las normas medioambientales, en particular la Euro 7.
Como todas las piezas de automóvil, los catalizadores parecen estar sufriendo una inflación, aunque parece ser menor que la de otras piezas. La razón es que estos equipos anticontaminación están hechos principalmente de metal y otros metales preciosos, que son algo menos sensibles a la inflación. Sin embargo, los costes accesorios aumentan, y los fabricantes no tienen más remedio que repercutirlo en el precio final de venta de los equipos.
Por eso, más que nunca, es esencial elegir un catalizador de calidad. Y, contrariamente a la creencia popular, no siempre los productos más caros son los más duraderos y eficaces..
Aunque la situación actual no es necesariamente gloriosa, puede ser tentador mirar hacia el futuro. Y ahí es donde las cosas se complican bastante.
En cuanto a los semicomponentes, empiezan a surgir nuevas fábricas en todo el mundo. Es posible que tarden un tiempo en perfeccionarse, en ser rentables y en poder producir en serie. Pero esto tendrá sin duda un impacto significativo (y positivo esta vez) en el coste de los productos electrónicos.
En cuanto al ión-litio, es difícil asegurarlo. Los recursos son abundantes, pero la extracción es compleja, costosa y contaminante. El importante aumento de la demanda de vehículos eléctricos podría saturar rápidamente la demanda.
Los fabricantes de automóviles intentan adelantarse centrándose en otros metales raros, pero sigue siendo un enfoque minoritario. En definitiva, el sector evoluciona muy deprisa y se muestra muy sensible a las distintas crisis, tan cambiantes que aún resulta difícil estimarlas y predecirlas.
La inflación de los precios de las materias primas está teniendo graves consecuencias para toda la industria del automóvil. El impacto es muy real y pesa cada vez más en los presupuestos familiares.
Por desgracia, nos falta visión de futuro. Aunque se están desarrollando alternativas interesantes, el complicado contexto dificulta cualquier previsión. Así que, a corto plazo, no debemos esperar una bajada del precio de los recambios ni de los coches en general.
La inflación continuará en 2024, aunque probablemente en menor medida que en 2023.
Aunque es difícil obtener datos reales y tangibles, parece que están surgiendo soluciones, tanto para los semicomponentes como para el litio. Y eso es una buena noticia, porque podría ayudar a mantener el impulso en términos de ventas de automóviles.
Y todos sabemos lo esencial que es este factor. Permite a los fabricantes seguir invirtiendo y, potencialmente, lograr economías de escala. Sólo el tiempo dirá si nuestras previsiones son correctas
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