Inevitablemente, un motor de combustión interna se calienta. Los gases de escape que pasan por la línea pueden alcanzar temperaturas muy altas. Sin embargo, para optimizar el funcionamiento de un filtro de partículas (por ejemplo), esta temperatura debe favorecer la regeneración. Para resolver este problema, los fabricantes de automóviles han instalado un sensor de temperatura de los gases de escape en la gran mayoría de los modelos térmicos actuales. Pero a veces se rompe...
El sensor de temperatura de los gases de escape tiene forma de sonda. Esto tiene lógicamente dos fines. Por un lado, está la sonda, que se conecta directamente a la línea de escape. La conexión puede realizarse antes o después del turbocompresor o del filtro de partículas. En algunos modelos, puede haber varios sensores de este tipo. Sin embargo, el otro extremo está conectado directamente a la unidad de control electrónico del motor. De este modo, los datos se transmiten desde la sonda del sensor a la tarjeta, para realizar los ajustes directamente en la cartografía. Aunque los sensores de temperatura de los gases de escape se encuentran en los coches de combustión interna, los coches de gasolina y diésel no funcionan de la misma manera. En el caso de los motores diésel, el interés principal del sensor es desencadenar ciclos regulares de regeneración del filtro de partículas. En el caso de los motores de gasolina, el interés es sobre todo preventivo, para evitar un sobrecalentamiento anormal del motor. Pero en ambos casos, la sustitución del sensor es esencial en caso de fallo. Pero, por cierto, ¿dónde se puede encontrar este sensor?
El sensor de temperatura de los gases de escape suele estar situado alrededor del turbocompresor. Puede situarse antes o después. A veces, este sensor tiene lugar justo antes del DPF. La proximidad al filtro de partículas permite realizar lecturas de temperatura muy precisas, para optimizar las fases de regeneración.
El sensor de temperatura del gas se desgasta de forma bastante desigual con el tiempo. Sólo que es habitual que la exposición regular a altas temperaturas provoque un desgaste prematuro de los componentes. A menudo, el cable es el que más rápido se desgasta. La torsión regular también puede aumentar el desgaste. En realidad, si el sensor funciona, entonces está funcionando. Por el contrario, el desgaste puede ponerse de manifiesto muy rápidamente analizando algunos síntomas, que se comentan con más detalle a continuación.
• Visualización de la luz del motor: si el sensor está defectuoso, entonces el sensor puede volver con información errónea, incorrecta o incompleta. Esto suele mostrar la luz del motor y puede aparecer un código de avería: P0544, P0546, P0549, P2031, P2033 o P247A. • Mayor consumo de combustible: La temperatura de los gases de escape se utiliza para iniciar la regeneración del filtro de partículas, por lo que la información debe ser fiable. Si el sensor está defectuoso, las regeneraciones pueden ser más largas y regulares; • Imposibilidad de medir las emisiones: la medición de las emisiones contaminantes puede resultar imposible si el sistema EGR deja de ser plenamente operativo debido a una mala información procedente del sensor de temperatura de los gases de escape; • Desgaste prematuro del conducto: si el sensor de temperatura del conducto de escape deja de funcionar, no se alertará necesariamente en caso de sobrecalentamiento, por ejemplo. Esto puede provocar un desgaste prematuro del propio sistema de escape, pero también del motor. Como puede ver, un sensor de temperatura de los gases de escape es necesario para el buen funcionamiento de un motor de combustión. En caso de duda, debe ser sustituido. Pero, ¿cómo se sustituye esta pieza?
Para sustituir el sensor de temperatura de los gases de escape, primero hay que localizarlo y luego desconectar el terminal negativo de la batería, por seguridad. Dependiendo del modelo de coche, esto puede requerir el levantamiento. Coge una llave de tubo y algunas herramientas. Comience por desconectar el conector eléctrico del sensor. Tenga cuidado de no dañar otros conectores. Desconecte suavemente el sensor. Prepare el nuevo sensor, añadiendo un agente antiagarrotamiento, como la grasa. Esto facilitará el desmontaje posterior. Por último, coloca el conector y vuelve a conectar la batería. Utilice una herramienta de diagnóstico para borrar los códigos de avería restantes. Conecte el encendido y pruebe el coche. En caso de duda, haz que un profesional revise el montaje.
Aunque la sustitución de un sensor de temperatura de los gases de escape no es muy compleja, sí que requiere algunos conocimientos básicos de mecánica. Si prefiere dejar la operación en manos de un profesional, debe saber que el coste suele ser mínimo, ya que un cuarto de hora es más que suficiente para sustituir el elemento. Los costes de mano de obra no suelen superar los 40 euros.
El sensor de temperatura de los gases de escape es una de esas pequeñas piezas mecánicas imprescindibles para el buen estado de un motor. En caso de duda, lo mejor es sustituir el sensor y su sonda.
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