Los automóviles modernos están llenos de sensores de todo tipo. La línea de escape de los coches de combustión no está exenta de esto... En particular, está el sensor de presión de los gases de escape. Se trata de un elemento que a menudo se pasa por alto, pero que desempeña un papel esencial tanto en los coches de gasolina como en los diésel. Veremos aquí cómo funciona este sensor, su función, pero también los fallos a los que desgraciadamente está sujeto. Por cierto, ¿sabías que en algunos coches puedes tener incluso hasta tres sensores de presión diferentes?
Este sensor de presión tiene la forma de una pequeña sonda que, como su nombre indica, permite medir la temperatura de los gases de escape. Lo interesante es que esta sonda puede comunicarse directamente con la ECU del coche para realizar adaptaciones. Hay dos aplicaciones posibles, dependiendo de si el coche tiene un motor de gasolina o diésel. En el caso de un motor de gasolina, el sensor de presión está destinado principalmente a detectar un posible sobrecalentamiento. En la era del downsizing compulsivo, tenemos motores muy pequeños que son capaces de ofrecer una gran potencia. Obviamente, el riesgo de sobrecalentamiento es alto... Todo esto ha sido posible gracias a la incorporación de un turbocompresor. Sin embargo, el turbocompresor tiene una presión de funcionamiento ideal. El sensor de presión garantiza que los valores sean constantes. ¿La presión es demasiado baja? Entonces se envía más combustible para bajar la presión. En el caso de los motores diesel, la finalidad del sensor de presión es preservar la vida útil del filtro de partículas. Para evitar que el filtro se obstruya, es necesario realizar ciclos de regeneración regulares. Esto significa que el FAP debe alcanzar una temperatura de funcionamiento óptima para poder quemar las partículas finas de forma eficaz. El sensor de presión de los gases de escape permite detectar cuando esto ocurre. No es raro que se instalen hasta tres sensores a lo largo de la línea de escape para garantizar que todo funciona correctamente. En caso de avería, se enciende un testigo del motor.
A menudo, el sensor de presión de los gases de escape se encuentra en la salida del motor, justo antes del turbocompresor. A veces, un segundo sensor está situado antes del filtro de partículas. Si hay un tercer sensor, puede estar situado en la salida de este dispositivo de control de emisiones. También hay dos tipos de sensores. Los llamados modelos PTC (coeficiente de temperatura positivo) y NTC (coeficiente de temperatura negativo). La resistencia de los primeros aumenta con la temperatura, mientras que para los segundos ocurre lo contrario. No obstante, el funcionamiento general es similar, ya que el objetivo es transmitir información a la ECU para optimizar la presión dentro del turbocompresor y, más generalmente, a lo largo del conducto de escape. Sin embargo, a veces la máquina se atasca... Con el paso de los kilómetros y los años, el sensor puede dañarse, lo que puede requerir su sustitución.
Los gases de escape pueden alcanzar temperaturas muy altas, lo que puede dañar el sensor a medio y largo plazo. Del mismo modo, las vibraciones repetidas también pueden ser la causa, al igual que la rotura del cable que conecta el sensor a la toma que proporciona el enlace a la ECU. Estos fallos pueden materializarse a través de varios síntomas, de los cuales aquí están los cuatro principales:
- La visualización de una luz de motor: si la ECU deja de recibir la información correcta del sensor, puede aparecer la luz de motor. Un viaje a la unidad de diagnóstico que muestra un error como P0544, P0546, P2033, P247A, P0549 o P2031 es síntoma de un sensor de presión de gases de escape defectuoso: el sistema EGR puede fallar, lo que impide la correcta medición de las emisiones contaminantes emitidas por el motor, que puede mostrar un fallo en el control de emisiones;
- Errores en las regeneraciones del filtro de partículas: si el sensor envía una información errónea a la ECU, los ciclos de regeneración del FAP puede dejar de realizarse o, por el contrario, puede ser excesivo y penalizar la conducción; - Consumo excesivo: si el FAP se regenera en exceso, se puede observar un consumo excesivo. En caso de duda, lo mejor es probar el sensor de presión de los gases de escape para comprobar su estado.
Empiece por comprobar si hay códigos de avería utilizando un maletín de diagnóstico. Si no aparecen códigos anormales, continúe examinando los conectores en busca de corrosión excesiva, torsión anormal o aflojamiento. Desenchufe el sensor y límpielo a fondo para eliminar los posibles depósitos de grasa que puedan afectar a su funcionamiento. Por último, también puedes medir la tensión en el conector del sensor, que debe ser de 5 voltios. Si encuentra una anomalía, lo mejor es sustituir el sensor.
Afortunadamente, el coste de un sensor de presión de gases de escape es relativamente barato. Espere pagar entre 20 y 50 euros para obtener una pieza de repuesto. La sustitución no es muy complicada aunque dependiendo del modelo de coche, la accesibilidad es más o menos buena. También hay que tener en cuenta que para los coches con sensores en el filtro de partículas, puede ser necesario levantar el vehículo. Esta operación más técnica puede confiarse a un profesional. En cualquier caso, le conviene sustituir el sensor en cuanto aparezca un signo de fallo. Esto evitará que se produzcan daños auxiliares, especialmente en el filtro de partículas de los modelos diésel.
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Fuentes de imágenes:
Karolina Osinska / Autor: Ladanifer / ID de licencia: UF4GWA8T6B - elements.envato.com